sábado, 31 de marzo de 2007

Homenaje a mi padre

El día 23 de abril de 2007 se cumplen 84 años del nacimiento de nuestro padre, el actor Jorge Lillo Nilo. Del innumerable repertorio de obras teatrales y películas en que tuvo destacada participación, sólo hemos podido recuperar la película “Caliche Sangriento”. En su memoria hemos extraído de dicho film, la secuencia en que interpreta a un montonero peruano. Resulta impactante comprobar algo que supimos de siempre: nuestro padre fue, si no el más grande, uno de los que merece ser recordado como un baluarte de la escena nacional. En esta secuencia no sólo podemos apreciar su enorme voz, sino también su asombrosa capacidad de transformarse y de actuar con cada fibra de su cuerpo, sus gestos, la mirada, nos dicen mucho más de lo que está escrito en el texto a interpretar. Esto, gracias a un profundo estudio y creación del personaje. Podríamos llenar páginas y páginas encomiando la gran estatura artística de nuestro padre, sin embargo, por ahora, nos limitaremos a repetir las palabras que escuché de labios de uno de sus aventajados discípulos, el Señor Fernando González, en el trascurso de una jornada de Dirección Teatral Escolar en que tuve la suerte de participar: “Jorge Lillo es a Chile, lo que Sir Lawrence Olivier es a Inglaterra”.
Dedico a toda mi familia, a los incontables amigos de mi padre y a todos quienes tuvieron la suerte de verlo actuar, esta secuencia donde se aprecia su gran maestría.

Concurso Fotográfico

Las tres fotos de a continuación fueron tomadas en el mismo sitio: Mont Lemon, Tucson AZ. ¿Cuál de todos los personajes se parece más al Coyote del "Coyote y el correcaminos"? Independientemente del resultado de la encuesta, hay que dejar bien en claro que la idea original es de Marco y ese es un mérito que no se le puede discutir.

Foto 1: Marco
Foto 2: Rodrigo

Foto 3: Caro y Andy

martes, 27 de marzo de 2007

Una historia del "Lilo"

Eran los primeros años de la década del 60, cuando vivíamos en casa de nuestros abuelos maternos, en la Calle Toro Mazote 171, fono 92236. Era una casa de sesenta metros de fondo que tenía tres patios, dos higueras gigantes desde cuyas ramas más altas se podía ver cómo aterrizaban los aviones en el aeropuerto de los cerrillos; un nogal gigante, naranjos y otros muchos frutales. Había habitaciones que nos invitaban a imaginar mundos mágicos, como el temido “cuarto oscuro” donde seríamos confinados si nos portábamos mal. Había también un gallinero abandonado, lugar que fue favorito de nuestras travesuras, en fin, era la casa ideal para una caterva de cabros chicos siempre dispuestos a jugar. Yo no debo haber tenido más de once o doce años, Álvaro (el lilo) no más de trece y el Coke... bueno, él era el mayor y el más serio, así es que tenía dieciséis o diecisiete cuando mucho y las mellizas como siete.

Al final del gallinero, en el tercer patio que era de tierra, había un árbol (en realidad había hartos árboles, pero para este cuento se necesita sólo uno)... no recuerdo qué clase de árbol, pero nosotros, cabros chicos inquietos, no tardamos en encontrarle una utilidad pues tenía una rama muy adecuada desde donde se podría colgar un trapecio sin problemas. Siempre andábamos inventando alguna aventura y esta vez, nos inspiramos en el circo y los trapecistas. De modo que fabricamos nuestro trapecio y lo colgamos del árbol. Como medida de seguridad, el Coke, el mayor, más serio y más juicioso de los hermanos, decidió que era oportuno picar y tamizar la tierra bajo el trapecio, de modo que quedara blandita y si caíamos (ja ja ja... ¿caer nosotros?), no nos haríamos daño.

Comenzó el juego y cada uno tomaba su turno de colgarse de las “patas”; con una mano; girar en la barra... la idea era inventar la pirueta más difícil para ganarse la admiración de nuestros espectadores que, generalmente, eran las mellizas.
El “lilo” tenía una agilidad simiesca y nos impresionaba con sus contorsiones balanceándose colgado del famoso trapecio... qué bien lo pasábamos y a nadie se le ocurrió caerse.
Una tarde de esas tantas (¿íbamos al colegio?), llegó papá a visitarnos y como él era actor, obviamente nos importaba su opinión respecto de nuestro quehacer artístico-acrobático, así es que, entusiasmados, quisimos mostrarle nuestro invento apenas llegó. Corrimos hasta el escenario y el Lilo, que era el más talentoso de los tres, se colgó del trapecio para que lo viera papá. “Mira, papá –gritó el lilo, al tiempo que se colgaba de los pies quedando cabeza abajo- tu hijo va a ser trapecis.....................” y se vino al suelo con trapecio y todo. Por suerte habíamos picado y cernido la tierra para que quedara blandita por si uno tenía la mala suerte de caer. Cuando el lilo se levantó, tenía la cara llena de tierra, porque, claro, cayó de hoci, pero no perdió el hilo de la frase que había comenzado, pues levantando la cara dijo “ta”.Creo que nunca se nos ocurrió reparar el trapecio ya que el siguiente lo colgamos del nogal, pero alguien se desplomó de él... esa caída tuvo consecuencias más desagradables porque el accidentado cayó sobre su espalda de modo que el doloroso golpe le cortó la respiración. Pero nosotros no hacíamos caso de sus desesperantes quejidos porque, ¿cómo le íbamos a creer si era la segunda vez que se caía? y nosotros, muertos de la risa, pensábamos que era una más de sus tantas actuaciones, pero fue real y parece ser que eso puso fin a nuestras aspiraciones circenses.

jueves, 22 de marzo de 2007

La Loca del Conventillo

En los tiempos de la popular "Negra Ester", cayó en nuestras manos un cassette de Roberto Parra con la música (Jazz Guachaca) relacionada con la mencionada obra. Corría el año 1991 y la familia Lillo-Goffreri atravesaba una época de creatividad audiovisual nunca vista antes y, con esa música, una cámara de video, algo de espíritu lúdico y la actuación de Carolina (14 años), salió este video que forma parte de los lindos recuerdos familiares. Diego estaba muy chico, sólo 8 años, pero fue un gran ayudante en el manejo de los "efectos especiales"... la cámara y las reprimendas corrieron por cuenta de papá, al igual que el pegoteo de la música con las imágenes, lo que pretensiosamente llamamos Edición.
Para todos ustedes..."LA LOCA DEL CONVENTILLO"

miércoles, 21 de marzo de 2007

LA HISTORIA DE MANOLA

Para los que no lo saben y para los que sí saben, he aquí el porqué que Andrea es Manola y, viceversa. La foto es un aporte de Manola y yo se la robé de su blogg... gracias, todas las contribuciones son bien venidas.

Hace caleta de años, cuando Andrea recién dejaba de usar pañales y cuando yo, Rodrigo, todavía vivía en los Pensamientos, se me ocurrió la malvada idea de decirle Manola a Andrea y ella, un tanto picada, me respondía: "Me llamo Andea Donoto Lillo"... "No, le decía yo, tú te llamas Manola, lo que pasa es que te decimos Andrea". Eso se transformó en costumbre y sí, cada vez que nos veíamos, yo la saludaba: "Hola Manola?"
Tanto fue el cántaro al agua, que un día la abuela paterna de la Andea Donoto Lillo, tuvo la mala ocurrencia de llamarla por su verdadero nombre y la chicoca, picada (porque era polvorita), corrigió a la pobre señora diciéndole "Yo no me llamo Andea, me llamo Manola"...
Dicen que la señora abrió tamaña boca, como si abriéndola tanto pudiera dar crédito a lo que veían sus oídos... luego del instante de asombro le dijo, "Pero si te llamas Andrea, de dónde sacaste que te llamas Manola" y Andea Donoto Lillo respondió en su inocencia, "Mi tío Dodigo me dijo". Dicen que la señora abrió más la boca y sólo atino a exclamar "Pero cómo le enseñan eso a la niña?". No sé en qué terminó el conflicto... esa parte la conoce mejor Marcela, pero nunca más le pude decir Manola a la Andea... y me gustaba tanto decirle Manola...

Lo bonito del cuento es que la última vez que los suecos estuvieron en chile, le dije Manola y ella me miró con sus ojazos como si tuviera un extraterrestre al frente... entonces tuve que contarle la historia que ella había olvidado porque era tan chiquita en ese tiempo y pasaron tantas cosas en el intertanto...

Pero Manola está de vuelta y tiene un Manolito o una Manolita creciendo en su panza.

No les cuento la historia del "Care Poto", porque muchos años después, me enteré que el Andrés Veliz Lillo no me quería ver ni en pintura porque cada vez que nos encontrábamos yo le decía "HOLA, CARE POTO?"
Ja ja ja

jueves, 15 de marzo de 2007

Roger Watters en Chile

Cuando fue el festival de Viña, lo único importante en materia musical fue el espectáculo de Tom Jones y los Chilenos "Los tres" y "Los Bunkers"... todo lo demás, morralla. Afortunadamente, cada cierto tiempo suceden cosas increíbles, como pueden ser las visitas de Serrat o Silvio Rodríguez y uno que otro milagrito musical de los que se ven poco en este paísito.
Este mes de marzo hemos tenido la oportunidad de acceder a dos acontecimientos importantes: uno, el concierto de Silvio, al cual asistió sólo Alda (por cuestiones presupuestarias) y dos, el concierto de Roger Watters, ex integrante de Pink Floyd y cerebro de las obras más importantes de ese grupo.
Cuando vino Paul McCartney, fue lo más cerca que pudimos estar de los Beatles y yo, el pelotudo no fui porque no quise... Seré H...?
La presencia de Roger Watter es lo más cerca que se puede estar de Pink Floyd y, sinceramente, sería imperdonable perdérselo, así como lo fue no ver a Paul.
Este concierto tuvo como parte central el álbum "The dark side of the moon", una de las obras clásicas de los Pink. Cómo dejar de asistir?
Para quienes gustan de la música y para los que hacen música (aunque no les guste Pink Floyd), debería ser una obligación asistir, en especial si se tiene la intención de, alguna vez, subirse a un escenario. Un deber para los músicos, porque lo que presenciamos el día 14 de marzo de 2007 en el estadio Nacional de Chile (independientemente de los recursos y tecnología en juego), fue una verdadera clase magistral de lo que se consigue trabajando en serio y no "a la que te quiere mi negra". Es decir, que la tecnología y el talento no bastan si no hay trabajo verdadero y si no hay una propuesta. Ni una sola pifia en el sonido (tal vez por momentos demasiado fuerte); ni una sola desafinación, ni un solo trasteo... en síntesis, ni una sola falla (ni hablar del apoyo audiovisual).
Y, saben qué? No heché de menos al segundo pilar de aquel legendario grupo que nos estremeció con la musica y el contenido de "The Wall": el señor David Guilmour, porque los músicos que acompañan a Watters son de miedo y el "Lado oscuro de la luna" se escuchó como si fuera el disco con Guilmour y todo. Cómo habría sido si hubiera estado él también?

Más sobre Vicente

De alguna manera, estamos logrando que "Un día en la vida" se esté transformando en un espacio de reencuentro virtual de nuestra familia tan dispersa a lo largo y ancho del planeta. Nos ha dado mucho gusto recibir comentarios de Bárbara (la teutona o germana); de Andrea (la Vikinga danzante); de Carolina (la yanqui transitoria) y de Marcelo (el veterano). Nos está faltando saber de Andrés (el electrocutador), Carla, Emanuel e Ingrid. en realidad, nos falta, incluso, saber de nosotros mismos.

Como ya están lejanas esas reuniones familiares en la casa de la abuela o en casa de Coke, el mayor de los tíos y triplemente abuelo, pensamos que el ciber-espacio puede ser un buen lugar de reunión, así es que proponemos ponernos en campaña para reunirnos por lo menos "Un día en la vida" en este sitio o en otro y tratar de integrar a los que aún no se manifiestan... cómo? Simple, entrando a uno de los Bloggs familiares y decir: "Hola, aquí estoy yo y sé lo que están haciendo y esto es lo que yo hago".

Bueno, basta de chácharas porque tenemos que contarles que el día martes 13 hicimos el segundo intento por conocer a Vicente en vivo y en directo, ya que sólo lo conocíamos por foto. A pesar del día, esta vez sí conseguimos verlo y de esta visita obtuvimos las fotos que Uds. podrán ver en el apartado "Fotos de Vicente". Algunas están muy buenas, otras no tanto, pero sirven para que los familiares arraigados en el extranjero, tengan un encuentro virtual o cibernético con el nuevo integrante de esta dispersa comunidad.

De muestra, este botoncito de cuando Vicente cumplió su primera semana de vida.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Vicente!

Se informa al planeta la feliz llegada de un nuevo niño. Este es el primogénito de mi sobrina Catalina (Cata la bella). El feliz acontecimiento sucedió la madrugada del martes 6 de marzo y la criatura pesó 3 kilos 950 gramos y midió 53 cms.

Nuestros más sinceros deseos de éxito para este bebé en su paso por este aporreado planeta lleno de cototos.

Besos Catalina y felicidades por tu hijito...


Bien venido, Vicente!

jueves, 1 de marzo de 2007

Foto historica

He aquí una foto que debería ser considerada como una reliquia de gran valor, puesto que es la única que existe de la familia Lillo Valenzuela en pleno. En ella aparecen Eliana Valenzuela, Jorge Lillo (actor de amplia trayectoria, injustamente olvidado por la cultura oficial) y los cinco hijos de ambos: Jorge, Alvaro, Rodrigo, Constanza y Marcela (las mellizas).
La foto data de diciembre de 1972, el día de graduación de Rodrigo, en el gimnasio de la Escuela Consolidada Número Uno, Dávila.