jueves, 26 de abril de 2007

La abuelita Amada

Con los nietos Lillo Valenzuela

Qué bien puesto el nombre!
Uno de mis recuerdos más queridos de mi infancia, es precisamente el nombre de la abuelita amada; la matriarca que con mano firme, pero amorosa, condujo su tribu de 8 hijos luego de que falleciera el abuelo Ernesto, a quien no alcancé a conocer.
Cuando visitábamos a la abuela en su casa de Sazié 2513 (hoy desaparecida), la abuela se dirigía a su despensa, contigua al comedor y de un baúl sacaba terroncitos de azúcar y les ponía unas gotitas de anís y nos regalaba ese dulce casero que disfrutábamos como el mejor de los manjares.
Adivinen por qué el segundo nombre de Carolita, es Amada. Cuando la abuela lo supo me reclamó que por qué le había puesto nombre de vieja a una bebita... la respuesta es simple, ¿no?

jueves, 19 de abril de 2007

Fue o no fue: he ahí el dilema

Jueves 19 de abril de 2007, 07:26 AM

Querido hermano Jorge:

Me adeudas una noche en vela ya que desde las 04:15 estoy despierto a causa de la acuciante duda que sembraste en mi cabeza: ¿Fue nuestro padre fundador del Teatro de la Universidad de Chile o no lo fue?

A finales de la década de los 80s, yo hacía clases en la Escuela de Verano del Colegio de Profesores y en una de las últimas temporadas en que participé como profesor de profesores, me correspondió impartir mi curso en la ciudad de Rancagua. Al llegar a la sede en que se llevaba a efecto la Escuela fui recibido por los dirigentes rancagüinos del Colegio de la Orden, entre los cuales estaba el Profesor Fulano Lillo quien, al conocer mi apellido se mostró especialmente complacido.
Muchos años después, tal vez más de diez, recibí una invitación del Colegio de Profesores a participar de una ceremonia en homenaje al escritor Baldomero Lillo en la ciudad de Rancagua, donde se inauguraba –no recuerdo bien porque no guardé registro alguno- una casa museo o una exposición. La invitación mencionaba, entre otros importantes personajes que darían realce a la ceremonia, al nieto de Baldomero Lillo, el Profesor rancagüino, Fulano Lillo.

No asistí a dicha ceremonia fundamentalmente para no tener que pasar por la tentación irresistible de desenmascarar una superchería tan evidente que fue invisible a los ojos de los organizadores del acto: ¿Cómo puede alguien ser nieto de un hombre que no tuvo hijos?

En esa ceremonia, ese señor tuvo su minuto de gloria fundado en una mentira. Allá él: la conciencia suele ser un juez severo.

Concuerdo contigo plenamente en que esta historia de nuestro padre, debe ser reconstruida sobre la verdad, pues no me gustaría pasar por la vergüenza de que de pronto se presente alguien con el Acta de Fundación en la mano y nos acuse de farsantes porque en dicho documento no figura el nombre de Jorge Lillo.

Sin embargo, en nuestra tradición familiar, siempre ha existido y persistido la idea de que Lillo fue de aquellos que le dieron vida a ese Teatro, que como bien dices tú y gente más entendida que nosotros, cambió la historia de la escena nacional.

La duda acuciante que me desveló era la siguiente: ¿Cuál es el momento fundacional concreto: ¿la primera reunión de ese grupo de iluminados aventureros o el momento en que el Rector Juvenal Hernández firma el decreto que los convierte en Departamento de la Universidad de Chile?

Yo siempre supe que papá era un estudiante de Pedagogía en Castellano que un día, casi por accidente, conoció a este grupo de “locos” que habría de dejar carreras y oficios para dedicarse a esta incierta vocación artística. Ahora, gracias a la historia contada por Rubén Sotoconil, me quedan más claras aún las circunstancias en que nuestro padre se encontró con ese grupo:

“Un día de 1941, fundado y estrenado ya el Teatro Experimental, llegó a nuestra tertulia Jorge Lillo, a reclamar por la sigla CADIP para las actividades deportivas a las que él se dedicaba.

–CADIP significaba “Centro Atlético Deportivo del Instituto Pedagógico”
–¿Y para qué quieren la sigla?
–El sábado iniciamos un torneo de Basketball y vamos a imprimir un programa.
La discusión fue larga y terminó con la incorporación de Lillo al grupo teatral y, por supuesto, al Teatro Experimental. Ese mismo año, después de la primera función ingresó también Agustín Siré, actor profesional, estudiante de filosofía y cajero de la pastelería “El Negro Bueno”.
(Falta la fuente de donde fue tomada la cita).

Este testimonio de uno de los protagonistas de la historia es claro y confiable: el teatro ya había sido fundado cuando él se incorporó.

El Teatro Experimental de la Universidad de Chile, debutó el 22 de junio de 1941 con la obra La guardia cuidadosa, de Cervantes, y Ligazón, "esperpento" de Ramón del Valle Inclán. Estaba conformado por un grupo de estudiantes del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Su antecedente directo fue el Conjunto Artístico del Pedagógico (CADIP), creado y dirigido por Pedro de la Barra, cuyo primer estreno, el 1 de agosto de 1934, fue Estudiantina, de Edmundo de la Parra.
(http://www.dibam.cl/biblioteca_nacional/).

Sin embargo existen dos dudas razonables: ¿cuál debe considerarse como el acto fundacional: el debut del 22 de junio de 1941 o la fecha en que se dictó el decreto de Rectoría número 641, creando el Teatro Estudiantil el 5 de septiembre de 1941?
(http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0030013.pdf)

La segunda duda razonable es: ¿Jorge Lillo formaba parte del grupo al momento de firmarse el decreto que lleva la firma del Rector, señor Juvenal Hernández y de su Secretario General, señor Enrique L. Marshall? Y, en caso de que así fuera, ¿puede considerarse a Jorge Lillo como fundador?
Dejamos esta tarea a los especialistas, a los historiadores.

Parece ser que los fundadores fueron 28 artistas encabezados por Pedro de la Barra y José Ricardo Morales. Entre los que siguieron la carrera teatral están los hermanos Héctor y Santiago del Campo, María Maluenda, Bélgica Castro, Pedro Orthous, Domingo Piga, Roberto Parada y Rubén Sotoconil. (http://www.tnch.uchile.cl/historia.html#)

Sin embargo, esta nómina difiere de lo que encontramos en la memoria chilena que incluye los nombres de Domingo Tessier, Edmundo de la Parra, Gustavo Erazo, Coca Melnik y otros. ¿Quiénes son los otros? (http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0030013.pdf)
Finalmente, la misma memoria chilena entrega una segunda nómina, donde sí aparece el nombre de Jorge Lillo:
"Sus fundadores: Pedro de la Barra (director), Agustín Siré, José Ricardo Morales, Jorge Lillo, Domingo Piga, Roberto Parada, María Maluenda, Bélgica Castro, Coca Melnik, Domingo Tessier, Pedro Orthus, María Cánepa, Héctor y Santiago del Campo, Edmundo de la Parra, Chela Álvarez, Oscar Oyarce, Rubén Sotoconil, Kerry Kéller, Enrique Gajardo, Fanny Fischer, Oscar Navarro, entre otros".
Entonces, ¿fue o no fundador? Que lo digan los expertos.

miércoles, 18 de abril de 2007

Las mellizas

¿Quién iba a pensar en esos años que estas dos bellezas llegarían a ser abuelas? Al menos yo no. Pero he aquí que ambas lo son. Aunque el bebé de Andrea aún no ve la luz del mundo, puede decirse que Marcela, ya tiene nieto. Y Constanza, por el lado de Andrés, también abuelea.
El tiempo pasa, nos vamos poniendo REGIOS... Bueno, disfruten la foto del recuerdo.

martes, 17 de abril de 2007

Las mellizas II


Cuando vivíamos en Toro Mazotte 171, a Coke le dio por la fotografía (eran sus primeros pasos como profesional de la imagen) y con su pequeña primera cámara disparó a diestra y siniestra, como ahora lo hace la abuela Eliana.

Esa cámara era moderna: tenía un flash que eran ampolletitas que duraban un disparo y quedaban achurrascadas por el calor... igual las fotos eran buenas y aún se conservan.

Aquí están las mellizas (parecen dos viejas chicas) en esa recordada casa del barrio Pila del ganzo... jugando ¿o posando? en el tercer patio de la casa.

Las mellizas posando para Coke, bajo el parrón...
por los palos de ese parrón correteábamos los varones (en especial el Lilo) haciendo equilibrismo con una agilidad y audacia incríbles...
también, cuando estaba lleno de hojas, resultaba ser mi mejor escondite cuando jugábamos a las escondidas: nadie me encontraba hasta que se aburrían y se daba por terminado el juego. Sólo en ese momento me dignaba a salir orgulloso de mi triunfo de no haber sido encontrado... no me daba cuenta que los había aburrido a todos....

Nótese las caras de las mellizas... ¿habría algún mal olor en el ambiente o les molestaba el sol en la cara?


El mismo parrón del tercer patio, al fondo se divisa el gallinero, que tiene un par de historias divertidas que contaré más adelante. ¿Qué edad habrá tenido la abuela Eliana en esos años en que ni siquiera soñaba que iba a ser abuela algún día? No creo que haya tenido 40... ¿Saquemos cuentas? Supongamos que esa foto haya sido tomada el año 64, es decir, hace 43 años. Hoy la abuela tiene 83, es decir, tenía 40... una lola de las guapas.

Bueno, claramente las mellizas estaban posando para esta foto, pues finjen que están haciendo tareas... ja ja ja

En esta última foto, también bajo el parrón del tercer patio de Toro Mazotte 171, se aprecia lo distintas que son las mellizas, pero curiosamente, lo mucho que ambas se parecen a su mamá, la abuela Eliana.

¿Cómo aguantaban nuestras correrías aéreas esos delgados y, seguramente no muy nuevos, palos?

martes, 10 de abril de 2007

Don Hugo Goffreri Millán

El día 6 de abril de 2007, don Hugo, mi suegro habría cumplido 82 años. También de abril, pero no tauro como mi papá, sino aries.
Don Hugo era un hombre de pocas palabras, supongo que ello era así porque era extremadamente tímido.
Trabajó toda su vida en Correos de Chile. Le gustaba viajar y fue así que, una vez jubilado de Correos, emigró a Estados Unidos con el objetivo de asegurar un futuro a su hijo. Allá en New Jersey, trabajó cerca de 10 años como obrero y logró reunir una cantidad que le permitió cumplir el sueño de la casa en la playa y una casa para vivir con doña Inés.

Justamente estábamos en la casa de la playa el día que habría cumplido 82, de no ser por la diabetes que lo fue minando hasta que el año 2001 ya no pudo continuar entre nosotros.
En su juventud fue gran bailarín de Tango y, por supuesto, un gran conocedor de esa música y sus cultores. Amaba ver televisión: en su casa no podría faltar una. Nosotros aún conservamos el aparato de TV que le regaló a Carolina por sus éxitos académicos.
Parecía hosco, pero en realidad esa era su estrategia para ahuyentar pololos... ja ja ja... conmigo no le resultó porque llegamos a apreciarnos mutuamente. Nunca se metió en peleas de casados. Observaba de lejos. No estaba nunca quieto: se arrancaba de la casa y volvía con compras no siempre necesarias. He aquí algunas fotos de él y comenzamos por aquella en su pinta de tanguero o galán de cine, en tiempos de novio de mi suegra.


Con carolina en brazos y Doña Inés

Cuando Carolina se graduó de 4º Medio

Con Diego para un año nuevo

jueves, 5 de abril de 2007

Álbum familiar

En el álbum fotográfico de la abuela Eliana había fotos que se estaban deteriorando demasiado y si aún no se han perdido, puede suceder en cualquier momento. En ese álbum hay fotos de mis abuelos, de mis tíos, de mis padres, de hermanos y primos, algunos de ellos ya fallecidos. Para recordarlos y para que esas fotos no se perdieran definitivamente, se nos ocurrió hacer este video que como película está muy lejos de Hollywood, pero encierra momentos inolvidables; recuerdos que vale la pena conservar para que nuestros sucesores tampoco olviden de dónde vienen. Intentamos reconstruir la música que se escuchaba en esos tiempos, pero resultó más antigua que nosotros, sin embargo, también esa música evoca recuerdos porque a lo largo de la historia, hemos escuchado cosas parecidas. De hecho, uno de los temas salió de las grabaciones que recuperamos de mi padre, en fin, basta de cháchara... este video está lleno de nostalgias y lo publico aquí para que ustedes nos conozcan... hubo tiempos muy bellos.